Encontramos este lugar y decidimos visitarlo por lo curioso del concepto: un bar disfrazado de venta de trajes. La instalación y decoración del restaurante muy curiosa e interesante. Esta experiencia de ingresar a través de una puerta secreta es divertida. El servicio fue amable y dispuesto a resolver dudas y a hacer recomendaciones con base a los gustos del cliente.
Probamos dos cocteles: el Negroni modista, una bebida con mucho carácter donde las notas ofrecidas en la descripción eran perceptibles al momento de beberlo y quedarse con el gusto en boca. El otro cóctel que probamos fue Sacrificio, un cóctel con menos carácter del que se ofrecía en la descripción, donde se destacaba la presencia del sabor a pepián (que para ser honesta no lo sentí), a pesar de la falta de carácter, fue refrescante y agradable al paladar, sin embargo, no destacable.
La presentación es un espectáculo: humo y dispositivos para escenificar el nombre de los cocteles.
Hay una gran variedad de oferta de cocteles, me gustaría venir una segunda vez para hacer una reseña más precisa. Por el momento, pienso que vale la pena por venir a vivir una experiencia inusual en un ambiente agradable con un excelente servicio.
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